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lunes, 9 de enero de 2012

La ciencia revela el misterio de las serpientes voladoras

La Chrysopelea es una serpiente diurna y se alimenta de lagartos, ranas, aves y murciélagos. Durante el vuelo, la serpiente es capaz de nadar literalmente por el aire mientras comba cada uno de los músculos de su cuerpo.
Su técnica de planeo es tan perfecta, que es capaz incluso de corregir su dirección una vez que está en el aire,lo que le resulta útil para evitar ramas o para perseguir a una presa.
Algunos ejemplares pueden avanzar volando más de 100 metros. Tras analizar la biomecánica de la serpiente, los científicos han descubierto su secreto: durante el vuelo, el animal despliega sus costillas y se aplana hasta duplicar el ancho de su cuerpo, lo que aumenta de forma espectacular la eficacia de su planeo.
Esta técnica es la misma que emplean otras especies como las ranas y lagartos voladores.
Las selvas del sudeste asiático son un auténtico hervidero de especies planeadoras.
La batalla la gana con diferencia el draco volador,una especie de lagarto capaz de avanzar más de 200 metros gracias a sus aletas laterales. De lejos le siguen las serpientes (hasta 150 metros),el gecko (100 metros) y las ranas voladoras (80 metros).
Estas serpientes son levemente venenosas pero se consideran inocuas para porque su toxicidad no es peligrosa para los seres humanos. Son excelentes planeadoras pudiendo alcanzar la distancia de 100 metros en sus "vuelos".
Su hábitat se concentra principalmente en el sudeste de Asia, en las Islas Melanesia y la India.Estas serpientes voladoras son capaces de planear mejor que las ardillas voladoras y otros animales planeadores,a pesar de la falta de extremidades o alas.
La Chrysopelea realiza sus particulares vuelos partiendo desde la cima de los árboles. Antes de comenzar su "vuelo", la serpiente adopta una forma similar a una "J". Posteriormente se inclina hacia adelante para determinar el nivel de inclinación del salto, y de esta forma controlar su trayectoria de vuelo y seleccionar una zona de aterrizaje.
Una vez que decide cual es su destino,la serpiente se impulsa hacia adelante y comienza a planear. Mientras su estómago adopta una forma cóncava, la Chrysopelea, realiza un movimiento de ondulación (similar al de una serpentina) continuo en paralelo al suelo lo que ayuda a estabilizar su dirección en el aire para aterrizar con seguridad.
Su habilidad para "volar" ha sido un objeto de interés para muchos biólogos y físicos. Un estudio realizado por la Universidad de Chicago demuestra una correlación entre el tamaño y la capacidad de deslizamiento de estas serpientes, siendo las más pequeñas las que alcanzaron mayores recorridos.


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